CULTURA Y TRADICIÓN

CULTURA Y TRADICIÓN

jueves, 15 de junio de 2017

Sobre el enviado, el asiento pegao´ y la piedra del Ermitaño en Rincón Hondo


La piedra del Ermitaño / Foto: (Tomada de Facebook), Dr. José Villalobos Tovar

Rincón Hondo, es un pueblo de mucho significado económico, cultural y político del departamento del Cesar (Colombia), asimismo han trascendido a lo largo de los años sus aportes culturales, sus mitos y leyendas, que han causado gran interés en propios y extraños, por conocer los relatos que ya son parte esencial de la idiosincrasia de este pueblo amable.
Siendo así el pueblo y su gente no dejarán de insistir para que las siguientes generaciones no olviden su esencia y fundamenten su cultura autóctona.
Con el ánimo de recordar los aconteceres cotidianos e historias de este pueblo de mucha tradición es importante acudir a personajes que, gracias a la tradición de herencia oral, guardan el conocimiento de importantes sucesos que se han convertido en leyenda.
Salvadora Martínez, natural de Rincón Hondo, a sus más de 100 años, aún recuerda lo que le comentaba su madre sobre los pañuelos mágicos del enviado y algunos aspectos que se comentaban en su tiempo sobre la idea de que en Rincón Hondo la gente se quedaba pegada al asiento. La señora Salvadora relata lo siguiente:
““Yo conocí esos pañuelos, porque la mamá del marido mío tenía unos, y una señora de nombre Rufina también tenía, al igual que Nolberta Ospino. Sobre el enviado, oí decir a mi mamá que “Él no era Dios, que era un enviado de Dios”, él no comía nada, la pasaba metido en una hamaca leyendo. Los pañuelitos que dejó eran blancos, los misterios de esos pañuelitos era, que el que creía en Dios y en él, que era el enviado de Dios pues se producían los milagros. Esos pañuelitos tenían cuatro esquinitas y, por ejemplo, si una persona era mordida por una culebra, entonces cogían el pañuelito y metían las cuatro esquinas en agua dándosela a beber al afectado desde el pañuelo y con eso se curaba.
Mi mamá me decía que las personas enfermas al utilizar el pañuelo se curaban. También me dijo que él decía: “Siembren yuca y siembren caña, que les alimenta más una yuca asa con un guarapo e’ caña que con una libra de jamiche. ¿Cuál era el jamiche...! –Se pregunta doña Salvadora y ella misma responde-: la carne.
También casaba. Llegó una señora y un señor a casarse y les dijo “Pongan un pie a lante´ y el otro atrás”, porque era sacramento; el señor le había echao´ agua a una hija de la señora, o sea, eran compadres. También llegó otra a que le echara la bendición, ella no se arrimó, se arrodilló cerquita de él, entonces él le dijo “Arrímese un poquito más allá, otro poquito”, entonces “le dijo ¡vela! Lo bueno no lo aprende si no lo que les puede perjudicar, resulta que la señora era bruja.
Cuentan que una vez se encontró con el padre de Chiriguaná y le preguntó ¿Por dónde camina usted, por camino real o por vereda? Entonces el padre arrancó molesto y se fue. También dijo: “No se aflijan que con los años Rincón Hondo será Chiriguaná y Chiriguaná será Rincón Hondo y para terminar Chiriguaná quedará en ciénagas de pescar. Yo con los años volveré, pero no me conocerán. Detrás de mí vendrán algunos haciéndose pasar por mí””.
En esa misma entrevista, doña Salvadora también refiere sobre la otrora creencia de que en Rincón Hondo la gente se quedaba pegada en el asiento por acción de algún personaje local que practicaba mañas muy poco ortodoxas, de ello relata lo siguiente:
“”Bueno lo que yo sé sobre eso es que aquí en Rincón Hondo llegaron dos hombres. Uno de los dos sabia más que el otro –lo dice haciendo referencia a conocimiento de aspectos poco sensatos o de maldad- entonces estando los dos sentados cada quien en su asiento salieron de discusión, cuando uno de ellos intentó pararse para discutir, no lo pudo hacer muy bien porque se quedó pega’o en el asiento, y de ahí se empezó el rumor de que en Rincón Hondo se quedaba la gente pegada al asiento.
Una vez un señor de nombre Carlos fue a visitar a una muchacha de la cual estaba enamorao´. La visita la hizo acompañao´ de un amigo. Al llegar a la casa le brindaron asiento; al poco rato, Carlos quiso pararse del asiento, pero sintió que algo le impedía pararse; entonces él un poco asustao´ le dice al amigo, en voz baja: ¡Estoy pegao! Pero la señora de la casa le escuchó y, entonces le dijo, usted no está pegao´, mire bien el llavero que tiene usted en la pretina y verá qué es lo que pasa. Así fue que se dio cuenta que el asiento tenía un roto en el espaldar, parte inferior, y ahí se introdujo el llavero y al momento de intentar ponerse de pies, el asiento pareciera que le quedaba pegao´, y todo por el enredo.””
No se puede desconocer que en Rincón Hondo, aún sus gentes guardan sus historias y creencias, también es portadora de significado espiritual y es lo relativo a lo sucedido en La piedra del Ermitaño, piedra en la cual quedó la huella de la llegada de un señor de tez negra, al visitar el lugar, sobre la superficie de la piedra, quedó grabado la base de un cáliz, las huellas de un perro, el cuerpo de una culebra y la suela de unos calzados o sandalias.
El personaje en mención mandó llamar al cura de Chiriguaná, para ser oído en penitencia y, después trasladarse a la Iglesia; pedido que haría para el Domingo de Ramos, en las horas de la tarde (llamado que según los relatos, se lo hacía a través de un señor que pasaba al momento). El cura debía asistir sólo, pedido que no se cumplió; y debido a ello, cuenta la leyenda, que el hombre se fue para Valledupar y estando allí pidió ser encerrado en un local para construir una imagen grandiosa.
El hombre se mantuvo aislado durante varios días sin otro alimento que una pequeña cantidad de pan y agua, comestible del que se dice no toco o degustó.
Muchos días después la inquietud de la gente por el encierro pedido por dicho señor, un grupo de personas asiste al lugar para conocer qué sucedía con él señor, ver si estaba vivo o muerto.
Al surtir efecto la inquietud por el extraño personaje y al irrumpir en el sitio del encierro del señor, se sorprenden al notar que no había vestigios de él y solo encontraron una imagen labrada en madera, la que después fue llamada “El Santo Ecce Homo, hoy patrono de los vallenatos.
Por eso algunos parroquianos de Rincón Hondo, como doña Salvadora, dicen que El Santo Ecce Homo, “hoy sería de este pueblo”.
Según el licenciado Yesid Pallares, retomando un conversatorio con Jhony Vega Arias, custodio de la imagen del Ecce Homo, en Valledupar, además de restaurador de la imagen, dice: “La imagen original no era oscura o negra; no es esculpida en América. Tomó su color oscuro debido al hollín en combinación con el aceite de linaza y oliva utilizados para limpiar y mantener la imagen, ello produjo una argamasa sobre la pintura original hasta llegar a ese color negro que tiene”.
Luis Alcides Aguilar Pérez
@luisaguilarpe

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